“Cada uno produce por su cuenta sin tener en cuenta las necesidades de la sociedad, las que no conoce ni puede conocer. Sólo se guía, en tal caso, por sus intereses personales. Ningún productor sabe qué cantidad de las mercancías que produce serán lanzadas al mercado, a qué precio será vendida su mercancía, si los costos de producción serán recuperados: no está seguro siquiera de que su mercancía sea vendida”1.
La cita anterior, tomada de un párrafo del Diccionario filosófico abreviado, bajo el término “Fetichismo de la mercancía”, describe perfectamente las expectativas de cualquier editor independiente contemporáneo y, en verdad, de cualquier productor actual en tanto que pertenecen al sistema de producción capitalista. Pero pareciera que algunos editores independientes se regodean en el hecho, tratando de hacer pasar sus elecciones estéticas personales como algo trascendental, semejante al alma inmortal de una época o al descubrimiento del fuego.
Tomemos como ejemplo un artículo de la Revista Independiente de Cultura Urbana Sada y el Bombón2, el cual compara dos ediciones de un mismo libro: la correspondencia entre Juan Villoro y Martín Caparrós sobre el futbol, publicada en fechas diferentes por Seix Barral y por Elán, una editorial independiente. Se trata de dos libros con esencialmente el mismo contenido, sólo difieren en que el segundo luce una presentación estetizada, con acabados de mayor calidad y un tiraje de sólo ocho ejemplares, el cual, aunque el precio de lista era de $1,400.00 MXN por ejemplar, en realidad sólo fue distribuido entre “los amigos del editor”. El precio de lista es importante, pues sin él pierde la calidad de mercancía y su exclusividad, es decir, no podría volverse un objeto de colección “invaluable”, ¡pero que de seguro vale más de $1,400.00 MXN!
En la pasada Feria del Libro del TEC, fui abordado por un autor que me preguntó “¿cómo le hacemos para vivir de esto [de vender libros]?”, y comenzó a analizar el problema utilizando los principios económicos clásicos de la oferta y la demanda, por lo que tuve que detenerlo a la mitad de su discurso. “Qué triste”, le dije, “no intentemos analizar el mercado de libros de esa forma porque llegaremos, inevitablemente, a la conclusión de que nadie compra nuestros libros porque simplemente no hay demanda, es decir, no son necesarios”. Ah, pero cuando hay libros gratis o casi gratis, ya sea en el día del libro o en la venta de liquidación de una librería en quiebra, no hay abasto suficiente para la “demanda”.
Atte. Farol
- Diccionario filosófico abreviado (1959, pp. 184-186). Referencia: http://www.filosofia.org/enc/ros/fetm.htm
- Referencia: http://sadabombon.com/editoriales-independientes/