La lluvia de noviembre ya no moja,
mojaba, mi gemelo corazón;
ya sólo es artificio tras la hoja
que finge ser ventana y no prisión.
Mis ojos sólo miran con congoja,
mi mente sólo añora tu pasión.
Tus besos, cuando ardÃa lumbre roja,
cenizas vueltos, tizne en mi colchón.
Setenta veces siete soy oscura
ventisca entre las letras, destrozada,
trocadas en millar de incertidumbres.
Escurre en tu memoria mi cordura,
mirando dÃa y noche enamorada
tu imagen esculpida entre las Cumbres.