Hojas secas presagiaron el final
y el laberinto que era nuestro amor
de camelias que agonizaban,
borrando el canto del ruiseñor
que alegró nuestro corazón.
Incertidumbre, himno de nuestras estrellas fallidas.
Perdidas en el desamor
detrás de lo cotidiano,
de ropa y cuentas bancarias
más fuertes que nuestro amor.