Los niños del parque se burlan de mi barba deprimente. Desde que nuestra relación colapsó, dejé que me acompañara, intentando borrar tus hábitos de buenas costumbres, pero no fue suficiente. Las cartas que reflejaron nuestro amor en años de primavera siguen en la pared de nuestra habitación.
Ayer, el entrometido de Macario, el tendero que aborrecías como a tus cólicos menstruales, me recordó que tus cuadros se presentarían en una galería del centro de la ciudad. Mi corazón se emocionó a tal punto que quería salir de mi pecho y correr a besarte. Sé que esto nunca ocurrirá, ya no soy parte de tu arcoíris. Y detrás de tus tiempos seguirá mi compungida vida, cielo mío. Te extrañaré, madre color terrestre.
