—Y para mà un helado monster de chocolate, con cerezas, jarabe por encima y una ración extra de galletas.— Y ahà estaban, Flash y Kid Flash, gastando una fortuna en la heladerÃa. La dupla velocista nunca se restringÃa en cuanto a helados gigantes se referÃa. Barry Allen, el hombre más veloz del mundo, pagó la cuenta y ambos se sentaron en una mesa hasta el fondo. Wally West se veÃa ansioso, con una necesidad aparente de hablar antes de que su garganta estallara en vómito verbal. Pero estaba con su tÃo, su principal confidente y voz de la razón en momentos cruciales. Siempre tan relajado, comprensivo, sereno y además era un miembro de la liga de la justicia. Estaba seguro que todo mundo lo envidiarÃa si supieran tan sólo la mitad sobre su tÃo pues en esta ocasión no estaba salvando al mundo, estaba comprando un helado para tratar de salvarlo a él.
—Y bien, pequeño amiguito, ¿qué tenemos por aquà el dÃa de hoy?
—Nada, comandante.
—¿Entonces por qué me mandaste llamar?— Wally se sonrojó y se encogió de hombros.
— ¿Qué acaso uno no puede pasar tiempo de calidad con su tÃo favorito?
—Buen intento, Rayito. Ahora dime ¿qué es lo que pasa?— Otra vez el sonrojo prominente en sus mejillas. La atmósfera no ayudaba mucho pues la heladerÃa estaba llena de adolescentes como él, y un lugar lleno de adolescentes sólo puede traducirse en una palabra: parejas. HabÃa entonces besos por doquier, abrazos, muestras de cariño y una canción de blink-182 de fondo. De pronto hablar del tema parecÃa más fácil por teléfono.
—Bien… es que, creo que me gusta alguien.— El chico se puso rojo hasta las orejas y se apachurró en la silla. Gracias a la camarera que trajo los helados se rompió la tensión. Sin reparo ambos velocistas comenzaron a comer sin dejar de lado su plática.
—Ese nunca habÃa sido un problema para ti. Digo, habÃas jurado convertirte en todo un mujeriego ¿o me equivoco? Además, combatimos villanos todos los dÃas, pedir una cita es una misión nivel A.
—TÃo Barry, esto es diferente y no creo que puedas llegar a entenderlo.— Barry le dio otro cucharazo al helado y se limpió la boca.
—Ah, ya entendÃ. El gran e indestructible Wally West está enamorado.— Otra vez el sonrojo, idéntico al anterior. Trató de ocultar su cara detrás de su helado gigante, pero no funcionó.
—TÃo Barry, ¿quisieras ser más serio?— Flash lo entendió al instante, aunque para él era de lo más cómico. SabÃa que para su sobrino adolescente era una carga más grande que se adherÃa a su gran lista de preocupaciones: corte de cabello, buena ropa, luchar contra el acné, parecer cool, tener un buen cuerpo y ahora un enamoramiento en fase avanzada por lo que podÃa ver, sin contar sus obligaciones con la Liga de la Justicia. Después de todo Wally West era Kid Flash.
—¿Y ya le dijiste algo?— Wally pareció bajar la guarda y sonrió, mostrando al muchacho enamoradizo que en realidad era. Hasta se veÃa tierno.
—No es tan fácil.
—Claro que sÃ, es una invitación a salir, a comer, al cine… no una proposición de matrimonio.—Wally suspiró.
—No creo que sea tan fácil. Casi no nos vemos.
—Entonces debo asumir que es de tu equipo.
—SÃ, algo asÃ.― Barry volvió a sonreÃr y estudió ligeramente a Wally; lo vio y dejó escapar un ligero suspiro.
—Descuida, estoy seguro que Robin también está interesado en ti.— Kid Flash se atragantó con el helado que tenÃa en la boca y comenzó a luchar para no ahogarse con el bocado que tenÃa en la garganta. HabÃa sido descubierto.
—TÃo Barry, ¿de qué hablas? No sé a qué te refieres.— El color de su cara alcanzó una nueva tonalidad de rojo. Rojo West. Barry dejó escapar una risa discreta.
—Entonces estoy en lo correcto. Wally, era obvio. En primera, siempre pides estar con él, se ven cada viernes para ver pelÃculas y aún no te perdono que me hayas cambiado por él cuando los viernes de pelÃculas eran de tÃo-sobrino. Cuando te enojas con él siempre llegas cabizbajo y tu rendimiento en las misiones es… cuestionable. Y ahora me citas en privado para hablarme de que te gusta alguien cuando ese tipo de problemas los arreglas en un instante.— Wally lo miró aterrado y sus ojos vidriosos delataron sus aparentes ganas de llorar.
—TÃo Barry, no sé qué me pasa.
—TranquilÃzate, estarás bien. Además creo que Robin y tú hacen una bonita pareja.
—Pero los dos somos hombres.
—¿Y?, yo no tengo problema con eso. Digo, a ti te gusta y lo más probable es que tú a él también. Anda, ve y lávate la cara mientras pido otro helado gigante.— Wally se levantó no sin antes darle un abrazo a su tÃo
—Gracias tÃo Barry.
—Ahora lo que sigue: no trates de abrumar al chico, trata de frecuentarlo más y ¡bam! Lo atacas.
—SÃ, eso haré.— Wally se dirigió al baño para lavarse la cara. Barry sacó su celular y marcó.
—¿Batsy?, me debes 20 dólares.