Los sonidos de la calle
suspendidos en oblicuo
efecto Tyndall
invaden mi habitación:
ladra un perro,
tose somnoliento el auto
del vecino,
en los cables de luz
un cuervo grazna…
eléctrico espasmo recorre
mi cuerpo al tocar el piso
con el pie desnudo
—yo sólo pienso en ti, Adriana—
**
Como el humo del cigarro
al subir en espiral,
me deshago
al contacto con el aire;
estoy hecho de la sustancia
que conforma tu sueño.
Incesante —pájaro triste
picoteando los intersticios del
cemento en las banquetas—
me buscas como se busca
la felicidad por los rincones
cuando la hemos ya perdido.
Ceniza sin rostro,
desaparezco
en el momento que tu párpado
inerte se abre al nuevo dÃa.
**
Deambulo en la negrura
y piso con pies ciegos
las afiladas cáscaras
de tu recuerdo,
flagelos que se insertan
cual agujas
en mis vértebras;
como un latido,
sólo una chispa
fosforece
en la tiniebla,
diminuto relámpago…
arde el cigarro.