Te guardaré entre mi corazón
y el añil que nubla la razón
que compartimos.
Nuestro amor fue como un tronco,
vaso comunicante entre las hojas,
el cielo
y el fértil suelo
envuelto en una maraña de raíces.
Fuiste una linda compañía
sin yo bien saber que lo sabía.
Un rayo y después un eco:
lo que eras y en lo que te convertiste.
No es que te esté rogando por amor
simplemente es mi forma de empezar a decir adiós.