Veo la lluvia caer desde mi asiento en el automĂłvil. El dĂa está como para llorar. Completamente gris y repleto de nubes oscuras que sueltan lágrimas por doquier. El viento tambiĂ©n ha hecho presencia dejándonos algo de frĂo con su roce. A mi lado, Ă©l maneja sin decir palabra alguna, lo veo perderse en las llanuras, en el vacĂo que todo esto va dejando. Somos sĂłlo Ă©l y yo y el extraño mundo que levantamos alrededor. Ese mundo al que ambos pertenecemos, nuestro mundo, tan bizarro, tan lleno de nosotros, de lo que tenĂamos y lo que no. Lo que nunca nos faltĂł.
Miro por la ventana para evitar que nuestras miradas se encuentren. El viento y la lluvia me traen las palabras de una vieja canciĂłn, y como leyendo mi mente, mi compañero enciende aquel reproductor de mĂşsica que solĂa escuchar años atrás. SĂ© perfectamente quĂ© grupo y quĂ© canciĂłn elegirá.
We sit and watch umbrellas fly; I’m trying to keep my newspaper dry. I hear myself say “My boat’s leaving now” …so we shake hands and cry. Now I must wave goodbye…
El aeropuerto está cada vez más cerca y con ello la despedida.
Él llegĂł a mi puerta pasada la media noche. Con cara seria y ojos distantes me dijo que si no habĂa alguien que me llevara al aeropuerto, Ă©l podĂa hacerlo. Le dije que nadie se habĂa ofrecido hasta entonces, que aceptaba su oferta. MentĂ, ya habĂa alguien dispuesto a llevarme, pero me sorprendiĂł tanto verlo parado ahĂ a media noche que no pude evitar simplemente aceptar lo que me decĂa. Supongo que es lo menos que podĂamos hacer despuĂ©s de pasar más de dos años asĂ, uno al lado del otro, conociĂ©ndonos cada vez más.
“Me voy a Europa por un año” le dije. Él sĂłlo sonriĂł y con esos ojos tan suyos me deseĂł la mejor de las suertes. AsĂ Ă©ramos a veces. Faltaba el tiempo y las palabras adecuadas. Nos limitábamos sĂłlo a desearnos buena suerte, mirarnos un rato a los ojos sin desviar las miradas, abrazarnos y saber que nos importaba lo suficiente. Y eso era parte de lo que tenĂamos, y sabĂamos entonces que habĂa algo más allá, algo que no podĂamos decir pero sĂ comprender, algo tan nuestro que se podĂa sentir sin la necesidad de decirlo.
You know, I don’t want to cry again. I’ll never see your face again. I don’t want to cry again…
No hablamos más del tema, como solĂamos hacer con la mayorĂa de las cosas, las decĂamos una vez y con eso bastaba. Y quĂ© más podĂamos decirnos, quĂ© debĂamos hablar o planear. No sentĂamos el derecho de preguntar “¿Y quĂ© va a pasar ahora, con esto?”, porque no habĂa nada aunque habĂa mucho. Y asĂ dejamos que los meses pasaran, sin preguntarnos ni decirnos nada. Ignorábamos el hecho de que yo me iba dejando todo esto atrás, disfrutando uno a uno los dĂas restantes. Y nos besábamos y nos tocábamos, y dejábamos que esos momentos juntos se llenaran de perfecciĂłn. Porque los dĂas a su lado eran dĂas tranquilos y felices. Porque incluso los dĂas en que no hacĂamos ni decĂamos nada parecĂan mejor que cualquier otra cosa, traĂan un respiro a todo lo demás; y bastaba tambiĂ©n con sĂłlo tomarnos de la mano para que todo estuviera bien, para no sentirnos tan solos, para saber que estarĂamos ahĂ el tiempo justo.
We leave to their goodbyes; I’ve come to depend on the look in their eyes. My blood’s sweet for pain, the wind and the rain brings back words of a song, and they sing wave goodbye. Wave goodbye…
Siempre me sentĂ enamorada de Ă©l, siempre supe que Ă©l marcarĂa mi vida y me traerĂa los recuerdos más felices que pudiera imaginar, y al mismo tiempo y sin saber por quĂ©, sabĂa que no serĂa para siempre. SabĂa que en algĂşn momento cualquiera de los dos le darĂa fin a esto sin decir más, y quizá por eso, me aferrĂ© con fuerzas hasta el Ăşltimo momento. Y aĂşn cuando nada era seguro, respetábamos lo que tenĂamos, nos amábamos en momentos y con eso era más que suficiente. Y asĂ fue durante los Ăşltimos dos años, apreciando algo que yo más bien definirĂa como lo que buscábamos, lo que llenaba de vez en vez; algo que, en definitiva, yo jamás cambiarĂa.
Wave goodbye, wave goodbye, wave goodbye…
SonrĂo al escuchar la canciĂłn que seleccionĂł. Me atrevo a mirarlo. Él sonrĂe como un niño que ha descubierto un nuevo juego, sonrĂe picaronamente, provocándome. Yo sonrĂo tambiĂ©n, moviendo mi cabeza de un lado a otro, fingiendo desaprobaciĂłn.
“Te reto a no llorar” me dice.
“Acepto, pero recuerda que la tristeza es un plagio de Manhattan Skyline” le digo sonriendo, repitiendo las palabras que él me dijo en algún momento.
Me sonrĂe de vuelta y vuelve su mirada al frente. Yo miro de nuevo por la ventana, viendo la lluvia caer contra el cristal. El dĂa sigue como para llorar, pero nadie va a hacerlo porque se trata ahora de un reto. Y lo hicimos reto para asegurar que ninguno de los dos llorara, porque a ninguno le gusta perder. Mucho menos cuando se trata de perder contra el otro; contra las emociones.
You know, I don’t want to cry again. I’ll never see your face again. I don’t want to cry again…
Ambos lo sabemos, que hemos llegado al final de la historia. Que esto, sea lo que sea, termina hoy. Se puede sentir en el aire, en la lluvia que cae contra el cristal. Y se siente la nostalgia de todo lo que vamos dejando detrás. Como cuando terminas de leer un libro que te ha gustado mucho y te preguntas ÂżY ahora quĂ©? Pero ninguno de los dos dice nada. Lo sabemos, y sabemos tambiĂ©n que no hay más que decir. Nada que reprochar, nada que añadir. Detiene el auto, hemos llegado. Ninguno de los dos se mueve. Sin mirarlo a los ojos le tomo la mano y la acaricio como la primera vez que lo hice. Los dedos juegan entre sĂ, deseándose. SonrĂo sin dejar de mirar los dedos que se buscan unos a otros hasta encontrarse. No me atrevo a mirarlo, no me atrevo a decirle nada. Él suspira y me abraza. Y yo lo abrazo y siento su calor. Y me siento feliz de estar ahĂ con Ă©l, por Ăşltima vez. DespuĂ©s de un momento que desearĂa alargar para siempre, me separo de Ă©l. Es el final del camino, no me seguirá acompañando y lo comprendo. Las miradas se cruzan, esta vez ni me molesto en desviar la mĂa. Quiero mirarlo una vez más, mirar aquellos ojos cafĂ©s que nunca podrĂ© adivinar. Por alguna razĂłn siento la necesidad de expresar con palabras todo lo que dicen mis ojos, pero no puedo hablar. Siento ese nudo que te deja sin habla. Él sonrĂe y mueve su cabeza en un gesto negativo. Él se ve mucho más tranquilo que yo, que estoy casi a punto de perder el reto. Respiro hondo y sonrĂo tambiĂ©n. Para quĂ© decirle de nuevo todo lo que ya le dije, todo lo que ya le demostrĂ©. SĂłlo lo harĂa más difĂcil y, siendo honesta, no quiero llorar de nuevo. Permanecemos por un momento asĂ, mirándonos y sonriendo. Haciendo gestos con los ojos sin soltar la mano que sujetamos con fuerza.
Lo suelto al fin, me despido sólo con un beso en la mejilla, le guiño un ojo por última vez, bajo del auto y me alejo.
“My boat’s leaving now”.
So I read to myself a chance of a lifetime to see new horizons. On the front page a black and white picture of Manhattan Skyline…