Se dice que madurar mentalmente abarca ciertos aspectos que la persona en cuestión debe cumplir: hacer frente a los errores propios, evitar victimizarse, tener juicio propio, tratar a otros con respeto y consideración, entre otras tantas. Por otro lado, creo que el ser responsable es lo que encaja más a lo que creo fui o traté de ser. Una persona responsable debe cumplir con un criterio más especÃfico: «Cuida de sà mismo y de los demás, cumpliendo sus obligaciones, siendo cuidadoso en la toma de decisiones y en sus acciones».
Es aquà donde difiero cuando en mi familia u otras personas dicen «te hicieron madurar muy rápido», pues no fue asÃ. Fui yo misma quien decidió tomar esa «responsabilidad». Lo que querÃa era que mi mamá no se preocupara demasiado por mÃ, querÃa que viera que podÃa confiar en mÃ, que me viera como a un igual que la apoyarÃa, pero eso nunca pasó.
Empecé poco a poco. Primero ayudé a lavar los trastes, porque veÃa que mi madre no presentaba ánimos ni para ponerse de pie. También a veces ayudaba a mi hermano. HacÃa cosas pequeñas para que ella viera un cambio en mÃ. Pero no fue asÃ, todo lo que yo hacÃa estaba mal. Cada mala decisión que llegaba a tomar, como equivocarme en algo de la escuela, que se me olvidara tirar la basura, olvidar lavar un plato, hacer llorar a mi hermano por asustarlo cuando hice una broma o estar con unas compañeras que no eran buenas amigas para mÃ. Todo eso me lo reprochaba, o al menos era lo que yo sentÃa por su forma de expresarse. Mi madre me decÃa que la causa de mis errores y malas decisiones era porque yo tenÃa novio, cuando lo que en realidad pasaba era que simplemente era muy distraÃda.
En algún momento pensé que mi mamá me apoyarÃa o me darÃa consejos cuando me empezaron a interesar los chicos, pero no, no fue asÃ. Se molestó mucho. Lo pude notar por cómo me trataba. Con quien podÃa hablar era mi tÃa, la hermana menor de mi mamá, ella me aconsejaba de todo y de cualquier cosa, incluso de cómo podrÃa hacer para que mi mamá me viera como una persona responsable. Creo que, si no hubiera sido por esos consejos, habrÃa terminado mal.
En algún momento, mi mamá empezó a ser más tolerante y no me gritaba ni me regañaba. Entonces decidà dejar de hablar de mi situación personal, y fue cuando ella empezó (o sentà que empezó) a verme de la forma en que yo querÃa, y eso me gustó. Asà que mantuve mi vida «privada» de esa forma, «privada».