A pesar de todo, fue un buen papá.
Al inicio, tenía mucho coraje por cómo sucedieron las cosas en su separación. Tanto él como mi mamá tuvieron culpa de lo que pasó, pues la relación era de ellos y ellos fueron quienes la llevaron a los extremos en los que acabaron con todo.
Sin embargo, mi papá es quien se fue, porque así lo decidió él. Tuvo la oportunidad de regresar y de mejorar las cosas, pero él no lo hizo. Tal vez no quería una responsabilidad más, o tal vez la convivencia con mi mamá fue lo que no quería. Si es así, lo entiendo. Cuando algo ya no es, no se puede forzar, así que no me queda nada más que respetar su decisión.
Tal vez no estuvo tan presente en mi vida como mi mamá, pero trataba de hablarme casi todos los días antes de entrar a trabajar, salíamos a pasear y me compraba casi todo lo que quería. A veces pienso que lo hacía para compensar que no estaba presente en nuestras vidas, y no negaré que disfrutaba de esa atención.
Es un buen padre. Tuvo sus errores, pero con él era más fácil hablar en ocasiones, no me sentía juzgada por él.
Trató de dar lo mejor que pudo, aun cuando no estaba. Sé que diferimos en algunos pensamientos y que a veces puedo ser muy dura con lo que digo, pero lo quiero, y tiene méritos por intentar hacer las cosas bien con nosotros.