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Capítulo 1
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Enola Holmes: El misterio de los tripodes

Capítulo 1

Las noches en la Inglaterra de mil ochocientos ochenta y seis eran lúgubres, llenas de tinieblas, con neblinas que adornaban calles donde solamente se alcanzaban a ver prostitutas, alguno que otro carruaje y determinados adultos en busca de diversión nocturna.

En una habitación de una casa, apenas iluminada por unas velas, se podía observar que en el piso se encontraba un vestido de color morado junto a un traje de etiqueta, más adelante de estos estaba un sombrero de copa. En la pared se reflejaba una silueta femenina que brincaba encima de un adulto que estaba un poco inclinado hacia adelante. Estas figuras eran acompañadas por los gemidos de ambos, que hacían de música ambientadora de aquella imagen.

El adulto de unos cincuenta años, envuelto aún con las cobijas y fumando un pipa, despedía a su compañera.

—Adiós, gracias por todo, linda. Tu pago está encima de la mesa.

De la casa salía una joven engalanada con aquel vestido morado, de piel blanca y un pelo crespo castaño turbulento por la faena. En su mano derecha rebotaba la bolsa con las monedas. Se detuvo y se volteó hacia su lado izquierdo, mientras dejaba salir un suspiro.

—Así es, mi vida se fue a la mierda, prácticamente a la mierda. Después de resolver dos casos a la vez, no encontré la fama y respeto que creía iba a obtener. Mi hermano mayor aún insiste que debo ser una dama educada y refinada; mi otro hermano sintió su orgullo destruido, que simplemente me ha ignorado —Comenzó a caminar—. Frustrada, además de decidida a no seguir con esa vida tan monótona, me escapé de mi casa, me cambié mi nombre y ahora soy la señorita Brown. Intenté resolver misterios, pero nadie me tomó en cuenta. Caí en una depresión de opio y cocaína, además de dedicarme a trabajos nocturnos que me sirven de desahogo. Si quieren saber cómo se llega tan bajo pueden usarme de ejemplo.

Brown llegó hasta un puesto de opio, se dirigió al dueño sacando tres monedas de la bolsa que cargaba.

—La dosis de siempre, por favor.

—Pase, adelante.

Llegó hasta el fondo de la habitación, donde tomó la pipa y comenzó a aspirar el opio, dejándolo salir por la nariz mientras su mente se transportaba a otros lugares.

Mientras, lejos de Inglaterra, específicamente en Francia, comenzaba a formarse una gigantesca tormenta eléctrica. Parecía que una fuerte lluvia iba a caer, pero no fue así. Poderosos rayos caían a la tierra, impactando y destruyendo el piso; estos caían a gran velocidad por toda la ciudad de París ante el terror de sus habitantes, quienes, después de que los rayos cesaron, salieron de sus casas a ver lo sucedido.

Había enormes grietas en el suelo, hundimientos y, en algunas zonas, enormes agujeros. Los habitantes se amontonaban alrededor de ellos. La tierra comenzó a temblar con tal fuerza que las casas se derrumbaban. La gente intentaba huir, pero la fuerza del movimiento nos los dejaba y los hacía caer al suelo. En las grietas, los escombros del suelo se levantaban, gigantescas figuras surgían a la superficie y sus sombras cubrían a la gente que, horrorizada, sólo se limitaba a verlos.

La ciudad de París fue iluminada por destellos blancos acompañados por gritos de terror y desesperación. El fuego comenzó a formarse, todo se tornó rojo, se escuchaba el sonido de las casas siendo quemadas, mientras los gritos de terror continuaban haciéndose cada vez más fuertes. Todo esto se extendió por toda la noche hasta que finalmente se dejó de escuchar ruido alguno, quedando solamente el sonido del fuego crujiendo en las edificaciones. Como por compasión de la naturaleza, una pequeña lluvia comenzó a caer, sofocando el incendio que envolvía a la ciudad.

Brown despertaba después de una noche de alucinaciones, en sus ojos se estaban formando ojeras por esa vida que llevaba desde hacía dos años. Se llevó la mano al rostro, restregándoselo para entrar en sí nuevamente. Saliendo del puesto, afuera encontraba a la gente conmocionada y preocupada; todos corrían de un lado a otro. Había una cola de carruajes que buscaban salir de la ciudad, otros corrían con las maletas con sus pertenecías más preciadas.

—¿Qué demonios está ocurriendo?

Una hoja del periódico local la golpeó en la cara, se lo quitó y observó el titular. Su rostro tomó una expresión de terror y de asombro a la vez.

“La ciudad de París fue destruida”.

Era el titular que encabezaba la portada. Brown tiró la hoja y salió corriendo de ahí. Llegó hasta el puerto, pero éste estaba colapsado, la gente abordaba barcos para irse del país temiendo que lo que había destruido París llegara a Inglaterra. Miró a su alrededor hasta que divisó un pequeño buque donde sólo su capitán estaba ahí, lo abordó e intentó convencer de ir a Francia, y, como éste se negaba, Brown se metió la mano en el escote y sacó su bolsa con monedas, lanzándosela al capitán, quien la abrió y, sonriendo, accedió a llevarla a Francia.

Cuando llegó al puerto francés éste estaba aún más caótico, la gente se empujaba por subir a los barcos y abandonar el país lo más rápido posible, mientras los militares parecían correr sin rumbo fijo por las calles. Brown se cuestionó si todavía estaba bajo los efectos del opio y se dio una bofetada con todas sus fuerzas, la cual, además de dejarle la mejilla roja, en realidad sí le dolió mucho.

—No, estoy bien despierta, esto es real.

Empezó a ver hacia todos lados y logró visualizar un caballo, el cual, además de estar asustado ante tanto caos frente a él, estaba solo, posiblemente abandonado. Brown no lo pensó dos veces y se dirigió hacia él, desatándolo y montándolo rápidamente e iniciando su camino a la ciudad de París.

En el camino a la ciudad de la luz, vio las mismas imágenes: gente abandonado sus casas con las pocas pertenecías que sus cuerpos, carruajes y caballos les permitían cargar; gente dirigiéndose al puerto para abandonar el país. Un aire frío le recorrió el cuerpo, los nervios empezaron a ganarle e incluso comenzó a sudar, pero estaba decidida en ir y averiguar qué había pasado. Un nuevo misterio se había apoderado de ella, un misterio como ningún otro.

18 de septiembre de 2020 Darwin Gil Fanfiction Número 11 Histórico Aventura Acción

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